Más de 15 días lloviendo sin parar y yo con un sol dentro. Amanezco cuando todavía es de noche y me estiro como una gata silenciosa. Los peluches acurrucados en el sofá como dos rosquillitas, me miran de reojo porque saben que todavía no es la hora de salir. Levantarme antes de que amanezca es como si llegara a la estación mucho tiempo antes de que fuera a salir mi tren. Llego, busco un rincón para sentarme un rato a leer, a escribir, me tomo un cafelito que me caliente el corazón. Al rato llega el tren, se apea en el andén, algunos viajeros culminan ahí su trayecto bajando de los vagones. Otros subimos, pero todo sin prisa. Eso es para mí levantarme antes de que amanezca, mi tren ni siquiera ha llegado a la estación. Ir con tiempo me hace sentir joven.
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